Mis Manos
Por Don Rafael Meza Ramírez.
Me miré las manos, tan viejas. Es curioso, nunca me había fijado en ellas como ahora, y las encontré …viejas.. arrugadas, y luego pienso: Como van a estar tersas, si también como yo, tienen mas de ochenta y dos años…Ochenta y dos años…Para que me preocupo, si la verdad debieran estar mas viejas, mas arrugadas, mas lerdas… Y no lo están. Porque todavía son lo suficiente ágiles para hacer cualquier cosa que se me ocurre, pueden mis manos manejar herramientas, dirigir un automóvil, escribir sin nerviosismo, pintar…En fin… Si hasta escribir en el computador… La verdad, todavía mis manos son maravillosas.
¡Que de cosas hicieron en todos estos años!
Con tesón de niño, hicieron maldades, jugaron al trompo, quebraron bolitas y platos, rompieron pinturas al óleo disparándole flechas y dejándolas inservibles con el correspondiente enojo de papá y el perdón de mamá. Golpearon a los amigos en el colegio. Pero…También …hicieron cariño…a mamá , a mi hermanita, a mi hermano Ramón, y también a las hijas de nuestro vecino don Luis Caro, allá en Rengo.- Era niño en ese tiempo, el cariño de mis manos era tan limpio como una patena, esa bandejita dorada que recibe las posibles miguitas de la hostia consagrada, al comulgar.
En la casa de Rengo, mi mamá le enseñó a mis manos, a tomar el lápiz, y “dibujar” las primeras letras, los números y contar hasta cien. Cuando llegamos a la Escuela Superior N° 1 de Rengo, ya mis manos y las de Ramón sabían conocer las letras y los números, y sabían hacer “monos”, nos tomaron examen y nos dejaron en segundo Año básico.-
Con “Ercilio,” un maestro de la Cia. General de Electricidad Industrial, mis manos de niño, aprendieron a tomar las herramientas de electricista, y también las manos de Ramón, incluso más ágiles que las mías, aprendieron el arte de montar aisladores y ”enredar” alambres.- En las clases de trabajos manuales mis manos se hicieron expertas en doblar papeles, cortar maderas, clavar clavos, pintar y dibujar, y sobre todo, escribir con letras grandes y chicas.- A propósito de chicas, no recuerdo haber jugado con mujeres, porque a pesar de ser un Liceo mixto el de Rengo, los recreos eran en patios separados.- Llegados a San Vicente de Tagua Tagua, mis manos aprendieron carpintería, sin maestro, totalmente autodidactas.- Con Ramón hicimos juguetes para nosotros, arcos y flechas, con las que clavábamos lo que se ponía por delante, menos personas ni animales, revólveres de palo que disparaban piedrecitas, y caballitos de palo, chúcaros, según nosotros.- Después nuestras manos fueron capaces de hacer muebles, el primero, lo hicimos a don Jorge Shara , un señor árabe vecino de la casa de nuestra abuela Julia, nos dió los materiales y le fabricamos un «aparador». Según el quedó tan bueno, que nos pagó cinco pesos, con ellos, compramos géneros, y nos fabricamos nuestros primeros pantalones largos, con cierre clear, que aún no se usaban en San Vicente. Todavía los marruecos se abrochaban con botones, y las camisas se metían por la cabeza, porque solo tenían dos botones cerca del cuello.- Lo malo es que como no éramos sastre, no se nos ocurrió tapar el cierre clear, de manera que nuestros amigos nos embromaban bajándonos el cierre que estaba a la vista.- Menos mal que andábamos con calzoncillos.- Aún conservo una horma que hice el año 1930, cuando tenía 12 años, y mis manos aprendieron a hacer zapatos con el maestro don Luis Contreras dueño de la famosa Zapatería La Condal de Santiago, que por prescripción médica se avecinó en nuestro pueblo, parece tenía problemas de asma nerviosa, aumentada por la vida agitada de la capital.-Lo curioso es que en mi vida hice un solo zapato, nunca mis manos hicieron el compañero.- porque entonces mis manos se hicieron vendedoras de calzado, empleado en una zapatería.- Y siendo empleado de esa zapatería, mis manos aprendieron, radio y electricidad en un curso por correspondencia de USA. En la National School—Con Juan Stecher mis manos aprendieron a manejar máquinas de cine.- Auto didacta mis manos se hicieron electricistas profesionales, y con los estudios por correspondencia, llegaron mis manos a ser técnicos electricistas autorizados previo examen, en la Dirección General de Servicios Eléctricos y Gas.
Tenía 21 años cuando mis manos tocaron por primera vez una mujer en un burdel, no me agradó, me produjo repugnancia, no volví nunca mas.- En ese aspecto era mas corto que un lápiz labial, y ahí mis manos no me sirvieron de nada.-
En 1943 mis manos atrajeron a mis brazos en un baile, a la mujer que sería mi esposa, Laurita, la madre de mis siete hijos, y compañera de mi vida por 43 años.- La única que mis manos acariciaron durante ese largo tiempo, mis manos la trataron con inmenso cariño, mi amor puso alas a mis manos para hacerse sentir, y fuimos felices amándonos.-
Sus manos y mis manos supieron de apreturas y de abundancias, pero nunca de desengaños.-
Mis manos siempre trabajaron contentas, confiando en que Dios me las dio, para hacer feliz a otros, y con eso ser feliz, yo.- Y mis manos, ahora viejas, las miro agradecido, sobre todo porque todavía me siguen sirviendo.-
Lea Far Rafael Meza Ramírez.
Hoy es ya 3 de Enero de 2003,,, o sea hace 15 días, que dios me inmovizó por medio de una trombosis el costado izquierdo de mi cuerpo,, y con el mi mano diestra,, precisamente la mano que tanto alabé hace tres años en el artículo arriba copiado.