Nelson Seguel Riquelme

Don Nelson Seguel es profesor de tomo y lomo. Una vez titulado en 1969, ejerció seis años en la escuela de El Tambo, localidad ubicada entre Los Rastrojos y San Fernando, capital de la Provincia de Colchagua. No obstante, el resto de su carrera docente la ha realizado en el Colegio El Salvador de San Vicente de Tagua Tagua.

Se declara esencial mente como un estudioso del folclore, al que ve como una base y sustento de su forma de ver la comunidad.

Nació en San Carlos, Provincia de Ñuble, Región del Bío-Bío y desde muy pequeño estuvo conectado con la música tradicional. Sus vecinas eran nada menos que Las Hermanas Acuña, más conocidas como “Las Caracolito”. En cumpleaños y santos los valses, cuecas y tonadas constituían la parte medular de la fiesta. Se bebía apiao, ponche de culén y se comían dulces empolvados. Estos son los recuerdos que marcan la felicidad de su existencia infantil. Hasta los 10 años de edad vivió en su pueblo de origen, pero, por razones de trabajo, tuvo la familia que emigrar al norte, estando un año en Santiago, pero en 1962, teniendo 12 años de edad, llegaron a San Vicente. Lo recuerda muy bien, porque ese año coincidió su cambio de casa con el Campeonato Mundial de Fútbol en Chile.

Musicalmente, en su familia había antecedentes. Por el lado materno, los Riquelme, doña Ildefonsa era cantora muy buscada en San Carlos, siendo eximia instrumentista y cantora. Su abuela materna, doña Lorenza Parra, también era cantora. Su madre algo cantaba y tocaba y le entregó a él varias recopilaciones. Así se fue impregnando de esta cultura sin estar totalmente consciente de su valor, hasta los 17 años, época en que vivió el fenómeno de The Beatles, el rock and roll, el twist, el go-go…..”hasta que se prendió la chispa”, como dice en tono efectista.

En ese momento comenzó a reencontrarse con esa cultura que estaba subyacente, oculta, pero que afloró con fuerza con la creación en San Vicente del grupo “Inti Antai” en 1978. Desde ahí no paró más. En esos años tocaba el bombo, la guitarra y las maracas. Con el tiempo, el “Inti Antai” se transforma en el Conjunto San Vicente el que, a la par con el Conjunto Municipal Tagua Tagua, dirigido por Chabelita Fuentes, tenía el objetivo de proyectar el folclore chileno.

Se especializó en varios cursos: en las Jornadas de Verano de la U. de Concepción y en las Jornadas de Cultura Tradicional del Instituto de Estética de la Pontificia U. Católica de Chile.

Su repertorio lo obtiene fundamentalmente de material recopilado, de origen folclórico, entendiendo por éste aquello que no tiene autor conocido. Privilegia no lo que es fácil al oído, sino que lo novedoso, lo nunca antes escuchado. El repertorio de este tipo, dice, es muy vasto, con una gran gama de melodías y textos que se dirigen a diversos aspectos: amor, vida, trabajo, muerte, la prisión, etc. Estos temas se expresan, fundamentalmente, en tonadas y cuecas. La tonada, a su juicio, es la clave del relato histórico en Chile. Se va contando en ellas lo que va ocurriendo en distintas etapas de la vida. Así fue la propuesta del Conjunto San Vicente, buscando la base, el fundamento y proyectando lo más certeramente posible el contenido.

Con el tiempo, el Conjunto San Vicente se transforma en el Conjunto Rigolemu. Éste ingresó a la Federación de Folklore del Magisterio de Chile, FEFOMACH, y recorrieron todo Chile.
En el último tiempo, el profesor Seguel siguió trabajando con el Conjunto Huepil. Además, como docente ha seguido trabajando con muchas comunidades en la Región: Marchigüe, La Pataguas, Pichidegua, Las Cabras, el grupo del hospital de San Vicente, en Malloa, con el Magisterio de Rancagua y Pelequén. Con este último grupo escolar y en unión con el grupo del Magisterio de Iquique hicieron una gira al sur.
Como recopilador del folclore va a las comunidades de la Región para conversar con la gente, compartiendo unas onces o una “agüita” para el calor en verano. Todo esto con mucho respeto, que es fundamental, pidiendo muy respetuosamente el repertorio, que es un patrimonio.
En San Vicente, nos dice, había muchos poetas populares que estaban ocultos o poco reconocidos. Menciona a dos personas de La Rinconada, algunas de Pencahue Abajo, como don Juan López, que sólo se dedicaba al canto a lo divino. Pero el problema principal, advierte, es el recelo de las comunidades por el no cumplimiento de las promesas por parte de los primeros recopiladores. Esto hace que se deba reiterar el respeto por la persona y por el patrimonio cultural que ella representa.

Su actividad en el folclore ha sido el eje esencial en su vida como pedagogo. En su enseñanza sólo figura el repertorio folclórico. Cree que lo que recibió cuando niño constituye una obligación de entregarlo a los niños de hoy, porque en ninguna parte están escuchando la música folclórica. Ha sido pedagogo no sólo en la sala de clases, sino frente a muchas personas que han pasado por los conjuntos que ha dirigido. Este hecho le hace decir que no se debe olvidar que es en la práctica donde se concreta la teoría. La unión de teoría y práctica, remata con una ancha sonrisa, da como resultado una folclorista más.

Dice que la tonada está muy bien de salud, muy viva, porque la conceptualiza como una forma de comunicación. Ejemplifica esto a través del ritmo de moda, el reggaetón, donde el joven sigue comunicándose, aunque de otra manera.

Para el profesor Seguel, la tonada es expresión del alma, del sentimiento, experiencia de vida hecha verso y música. La tonada es complementaria de la cueca, aunque él privilegia la tonada sobre la cueca, que es más conocida, peor no la más importante.
La cueca ha evolucionado, acercándose a un molde “sinfónico”, con varias voces, acordes menores, aunque se mantiene a veces en los 48 compases, habiendo cuecas mucho más largas. La de 52 compases obliga a variar la danza y se da en un contexto de competencia.

Como cantor cree que su oficio es tan esencial como comer pan, el canto no le puede faltar, es un nutriente espiritual que requiere para estar siempre vigente, porque el canto es una imperiosa necesidad. También compone en base a sus conocimientos acerca de las melodía tradicionales. Ha compuesto valses, cuecas, corridos y guarachas, sin dejar de lado las canciones, que son el resumen de su vida.

Ha logrado concretar una idea de identidad de su pueblo, lo que ha plasmado en su creación, basada en esa identidad, porque, piensa él, no puede crear en base a otras identidades ajenas a él. Es muy arriesgado crear en base a identidades ajenas sin impregnarse de esas vivencias. Cita el caso paradigmático de Violeta Parra y Margot Loyola, quienes se trasladaban a vivir en medio de la comunidad que estudiaban.