La Primera Sala de Teatro y la Llegada del Cine Sonoro a San Vicente de Tagua Tagua
Por Juan Carlos González Labra, investigador sanvicentano.
Sin lugar a dudas que el invento del cinematógrafo en 1895, por los dos hermanos Lumière en Francia fue un hito en la historia de la humanidad que hasta el día de hoy sigue siendo uno de los mayores atractivos de entretención para las personas. Las primeras películas exhibidas en Francia por los hermanos Lumière llegaron a Chile tan solo ocho meses después, en agosto de 1896. Esas primeras películas eran lo que se llamó “Cine Mudo”, cuya forma de amenizarlas era generalmente con música clásica. Luego se avanzó a partituras especificas, entregadas por la productora de la película, para que fueran tocadas en vivo, por un pianista o una pequeña orquesta.
El tercer país de América Latina en tener cine sonoro fue Chile, cuya primera exhibición fue en el teatro Victoria de Santiago en abril de 1930. Por este mismo año, en Chile existían 200 salas, pero la gran mayoría de ellas carecían de equipos para exhibir películas sonoras.
San Vicente no estaba muy lejos de esta realidad nacional. Ya en 1928 se opinaba que la “Sala Imperio”, ubicada en la calle “Walker Martínez”, se había hecho estrecha para recibir al gran número de asistente que llegaba cuando en ella se realizaban exhibiciones de “biógrafo”, actividades teatrales y reuniones. El cura párroco de San Vicente, Luis Villarroel, proponía que “con la ayuda de los hacendados” se podría construir una nueva sala de teatro más amplia “en el mismo lugar de la escuela parroquial”. Esta sala Imperio estuvo mucho tiempo entregando entretención a los sanvicentanos de esa época. La necesidad de que San Vicente tuviera un teatro se venía madurando desde varios años atrás, es por esto que, la idea expresada por el cura párroco prendió rápidamente en los sanvicentanos. Públicamente “un vecino de Requehua” ofreció $10.000 para comenzar su construcción. Se creó una comisión compuesta por don “Abel Huidobro, el capitán Ibarra, y don Alfredo Wasterdoff (encargado de la oficina de la Caja Nacional de Ahorros que había en San Vicente), con la misión de contactar a don Manuel Aguirre para ver la posibilidad de que vendiera un terreno apropiado para el futuro teatro y hablar con don Ricardo González Cortes que había ofrecido sus servicios de arquitecto para la construcción de la obra.
Al mismo tiempo, aparece en San Vicente el “señor V. López” que tenía a su cargo el Teatro Balmaceda en la localidad de Buin. Desgraciadamente, el 28 de diciembre de 1928 el teatro Balmaceda se había incendiado completamente. El señor López no podía construir un nuevo teatro en Buin por problemas judiciales entre los dueños del local y terceras personas producto del incendio. La idea de señor López era proponer a las autoridades sanvicentanas, la construcción de un nuevo teatro con un costo módico. Se reunió con el Alcalde de San Vicente y con el Gobernador de la provincia, a quienes les expuso que con un costo de $30.000 alcanzaba para construir un teatro con 1.500 galerías, 300 plateas y 10 palcos. Sugería también que, el edificio debía tener dos pisos, el primero de material solido, compuesto de adobe y pilares de concreto armado, y el segundo piso, de material ligero. Para rebajar costos, proponía que se podía comprar zinc y roble en demoliciones de Santiago, seguramente, a mitad de precio. Esta era su propuesta respecto al edificio, mientras que para la compra de “la maquina, las butacas y el piano” se podían comprar con un crédito, cuyas cuotas se pagarían con los ingresos que generara el Teatro. Pero las necesidades más urgentes para las autoridades los llevaron a desistir de la propuesta del señor López y se optó por remodelar de la mejor forma posible la Sala Imperio, y postergar por un tiempo más, la construcción de un nuevo edificio.
El 01 de mayo de 1929 se reabre la remodelada Sala Imperio, con nuevas butacas y con un “encajonamiento de la galería”, nuevo decorado y mejoras en la caseta de proyección. Las películas que aquí comenzaron a exhibirse eran traídas desde Santiago dentro del mismo mes de su estreno en Santiago. Exactamente dos años más tarde, 01 de mayo de 1931, se anunciaba con júbilo, la llegada del “cine sonoro con parlantes”, con el estreno de la “grandiosa obra de la Paramount, todo en color hablada y cantada “Si Yo Fuera Rey””. Un desperfecto ese día en el equipo de sonido aguó la anunciada inauguración de la revolucionaria experiencia de ver y escuchar una película con sonido. Infructuoso fueron los esfuerzos de los técnicos para echar a andar el sonido de la película “Si Yo Fuera Rey”, y todos los espectadores vieron frustrada la nueva experiencia. Pero la empresa encargada en esos años de la Sala Imperio se movilizó rápidamente para mostrar la magia del cine con sonido, y poder estrenar por primera vez en San Vicente una película sonora en la remodelada Sala Imperio. Dos días después del fracaso, es decir, el 3 de mayo de 1931, se estrena “La Voz del Corazón”, película que era cantada por el “ídolo mundial Al Jolson”. Este día todo funcionó con perfección, por primera vez en San Vicente se exhibía una película con la nueva tecnología del sorprendente cine sonoro.
Curiosamente, tres meses después, la Sala Imperio cierra sus puertas por “falta de público” y el mayor costo por arriendo de las películas con sonido. Esta falta de público no se debió a la falta de interés por el cine sonoro, la verdadera razón fue el fuerte impacto que tuvo en el mundo y en Chile lo que se conoce como la “Gran Depresión”, una de las mayores crisis económicas del siglo XX. El cierre duró pocos meses, otro empresario se hizo cargo de la remodelada Sala Imperio, que bajo la nueva administración pasó a llamarse “Sala Septiembre”.
Mientras se desarrollaban los sucesos relatados, las autoridades sanvicentanas continuaban buscando el lugar apropiado y los recursos necesarios para construir un nuevo teatro. Cuatro años más tarde, el 5 de enero de 1935, se comienza a cumplir el sueño de los sanvicentanos, se pone la primera piedra del edificio del Teatro Municipal que hoy conocemos.
San Vicente de Tagua Tagua, miércoles 29 de julio de 2015.