La visita de Claudio Gay a la Laguna de Tagua Tagua, 1831
Por Eugenio Bastías Cantuarias, Gestor Cultural, investigador de la cultura folclórica.
Claudio Gay, nacido en Draguignan, pequeño pueblo de la Provenza, departamento del Var, Francia, llegó a Chile contratado como profesor el 8 de diciembre de 1828, para atender las materias de Física, Química e Historia Natural en el recién fundado Colegio de Santiago.
Se sabe categóricamente que las intenciones de Claudio Gay al salir de Francia no eran las de dedicarse por mucho tiempo a las labores docentes, sino que entregarse a la investigación en el campo de las Ciencias Naturales, en este “país desconocido absolutamente de los naturalistas”, como acota Gay.
Por su parte, la preocupación de nuestros gobernantes por conocer, así la geografía como las riquezas naturales del país, se dejó ver desde los primeros años de la República.
En julio de 1830, Gay eleva una larga y explícita presentación al Vicepresidente de la República ofreciendo sus servicios para realizar la exploración científica del territorio nacional, a fin de dar a conocer la Historia Natural, la Geografía Física, la Geología, la Estadística y también para formar un gabinete de Historia Natural con el material recolectado en sus excursiones.
Se suscribió, finalmente, un contrato entre Claudio Gay y Diego Portales, Ministro del Interior, el 14 de septiembre de 1830, donde el científico francés se comprometía a realizar “un viaje científico por todo el territorio de la República en el término de tres años y medio” y “a presentar al Gobierno, en el término de cuatro años” un bosquejo en el cual se daría a conocer el resultado de sus viajes en lo relativo a la Historia Natural, Geografía Física, Geología y Estadística general y particular de la República.
Portales despacha, el 9 de octubre de 1830, una circular donde instruye a todos los Intendentes, Gobernadores, etc., para que cuando se presentara la oportunidad, procediera a suministrar a Claudio Gay todas “las noticias estadísticas y todos los datos e informes que haya menester, relativos a la Historia Natural y Corografía de sus departamentos; procurando igualmente que conozca y trate a aquellas personas instruidas y experimentadas en los diversos objetos que necesita examinar”.
Claudio Gay dice en su informe al Gobierno que “me puse en camino hacia la Provincia de Colchagua, al sur de la de Santiago. San Fernando, la capital, fue en cierto modo mi cuartel general y desde allí dirigía mis excursiones que, en general, se hacían bajo los auspicios de su digno Intendente”, don Pedro Urriola.
Una vez instalado en la ciudad de San Fernando, Claudio Gay programó cuatro excursiones. La primera la realizó durante la segunda quincena de diciembre de 1830 a la laguna de Tagua Tagua (34º30’ lat. sur– 71º06’ long. oeste), laguna que existió hasta 1841, año en que fue desecada y que estaba situada en dirección NO de la estación ferroviaria de Polonia (que existía hasta la década de los ‘70).

Panorámica de San Vicente en el sector que abarcaba la Laguna de Tagua Tagua, secada en el siglo XIX. Foto tomada dediario La Tercera.
El sabio francés recopiló un inmenso material antes de la segunda mitad del siglo XIX, venciendo obstáculos increíbles, escalando montañas hasta llegar a sus picos de mayor altura, internándose en los bosques, atravesando ríos y siempre pesquisando cuanto sirviera para ilustrar y dar a conocer la fauna y la flora chilenas, clasificándola y describiéndola, ya personalmente, ya por intermedio de sus colaboradores.
Doce años demoró Claudio Gay en recorrer el territorio y en juntar los elementos con los cuales había de escribir la descripción de su naturaleza. Su enorme obra se expresa en 8 volúmenes de Zoología, 8 de Botánica y 8 de Historia.
Como se ha dicho, Claudio Gay decidió iniciar su magno trabajo en la entonces provincia de Colchagua, dirigiéndose a la afamada laguna de Tagua Tagua. La descripción del sabio francés de su visita es como sigue:
“En dos meses, poco más o menos, que salí de Santiago he hecho, entre otras tres grandes excursiones: la primera a Tagua Tagua, grande y bella laguna, en la cual vi por la primera vez aquel grande y singular espectáculo tan maravillosamente cantado por los bardos escoceses, y cuyas causas han desconocido los físicos durante mucho tiempo. Consiste en islas flotantes que cubren casi la mitad de la laguna, y que según la dirección de los vientos, la recorren de norte a sur, y de oriente a poniente. La visité con cuidado, y después de haberlas examinado y estudiado bien, no encontré en ellas más que grandes montones de despojos de vegetales, como Convolvulus, Potamogeton, Ranunculus, y sobre todo Typha, Arundo, y otras gramíneas entrelazadas de mil maneras, y sobre las cuales varan otras plantas flotantes que pudriéndose depone[1] una especie de tierra extremadamente fértil, que se aumenta más y más por la muerte de otros vegetales que nacen entre ellas, de suerte que poco a poco van aumentándose estas islas, tanto en extensión como en espesor, y es probable que de aquí a algunos siglos esta tierra artificial haya ocupado toda la laguna y cubierto su superficie. Allí mismo donde ahora sólo vemos una gran cantidad de agua, nuestros descendientes no verán más que una rica mina de turba, material combustible que se beneficiará con gran ventaja, y que se hará un alimento muy económico de sus hornos y hogares[2]”.
“Sobre estas islas, llamadas chivines por los habitantes, ponen todos esos pájaros tan notables por su número como por sus variedades: los ‘cisnes’, los flamencos, los ‘cheuques’, las ‘garzas’, los ‘alcedos’, las ‘fulicas’, los ‘ibis’ y una infinidad de otras especies nuevas, tanto para mí como para la ciencia, que pueblan estas islas móviles y hacen de este país[3] una mansión de delicias y admiración, en que la naturaleza ha hecho todo el costo, y sólo espera la mano del hombre para disputarle la belleza y la hermosura a los encantadores alrededores de Como, de Constanza y aún de Ginebra”.
“Me separé de dos cazadores que me acompañaban, y mientras recorrían la laguna para recoger toda clase de pájaros particulares, yo, asociado de algunos buenos guías, visité todos los contornos para reconocer la vegetación, y sobre todo la composición de los terrenos. Así es que me aseguré de que toda la parte del norte pertenece a los terrenos basálticos, y la del sur es casi enteramente granítica y están separadas, unas de otras, por grandes bancos de phonolite, de arkosa y, sobre todo, de una piedra muy fina y a propósito para amolar, y por eso el cerro que la contiene es llamado de la piedra de afilar”.
“La parte botánica ofrece también algunas especies interesantes; aunque la estación estaba bastante avanzada, encontré sin embargo, dos especies nuevas de Lorantus, un Ranunculus, una Utricularia, una linda Galvezia, una Chaetanthera, de flor de rosa, en fin, en cantidad la Gynheteria arborea, arbusto muy bello que podría cultivarse con ventaja en los jardines de recreo, y del cual poseo una gran porción de semillas”.
“Después de haber recorrido bien este valle, desde los puntos de vista geológico, zoológico y botánico, quise también conocer los productos y todas las particularidades de los alrededores. A este efecto me dirigí a algunos mayordomos, y principalmente al cura Pizarro, cura de Pencahue, quien me dio algunas noticias bastante interesantes para la estadística. Visité también el cerro llamado del Inca por los habitantes, bastante elevado, y sobre su cima observé algunas ruinas de un palacio indiano que seguramente habría pertenecido a algún cacique de los promaucaes. Medí su largo y ancho e hice después su descripción geométrica”.
“Finalmente, provisto de todos los datos necesarios para hacer conocer bien el valle y la laguna de Tagua-Tagua, me volví a San Fernando…”
San Vicente, lunes 23 de febrero de 2015
Bibliografía:
Stuardo Ortiz, Carlos. Vida de Claudio Gay. 1800-1875, 2 Tomos. Santiago, Fondo Histórico y Bibliográfico José Toribio Medina, 1973.
Glosario:
[1] Deponer. tr. ll 5. ant. Poner o depositar. ll 8. Intr. evacuar el vientre. Diccionario de la lengua española. Madrid: R.A.E., 21ª Ed., 1992.
[2] Hogar. m. Sitio donde se hace la lumbre en las cocinas, chimeneas, hornos de fundición, etc. Op. Cit.
[3] País. m. ll 2. Paisaje. Op. Cit.