Los Primeros Intentos por Hermosear San Vicente de Tagua Tagua

Escrito por Juan Carlos González Labra, investigador sanvicentano.

Históricamente, en Chile y en cualquier parte del mundo, hermosear las ciudades es una constante preocupación. El ejemplo más emblemático lo tenemos en el destacado político e historiador Don Benjamín Vicuña Mackenna que durante su paso por la Intendencia de Santiago, entre los año 1872 y 1875, se dedicó con gran esmero a cambiar el rostro de la capital. Para ello, realizó colectas públicas además de cuantiosos y desmedidos gastos para el hermoseamiento de la ciudad, intentando imitar tendencias europeas, especialmente francesas. Su obra magna fue la transformación del cerro Santa Lucía, en el principal paseo de la ciudad. Ahí se mantienen hasta hoy sus arboledas, decoraciones, monumentos y caminos que hizo construir.

Pero esto se desarrolló en aquellas ciudades que nacieron bajo decretos de fundación de los españoles, como Rancagua y San Fernando. Diferente es el caso de aquellos lugares, como San Vicente de Tagua Tagua, que nacieron como una simple población, luego fueron reconocidas como Villa, luego como Pueblo, y finalmente como Ciudad. Cada una de estas categorías se fue consiguiendo por la capacidad de sus habitantes y autoridades locales, para desarrollar estrategias que permitieran convencer a determinadas autoridades del Estado, de la necesidad de ser reconocida ya fuera como Villa, Pueblo o Ciudad. Muchos eran los factores a considerar para decretar el paso de una categoría a otra, no era nada de fácil, entre esos factores estaba principalmente, la cantidad de habitantes y el desarrollo del comercio local. Pero no era de menor importancia, el estado de organización y de hermoseamiento del lugar, ya que, se consideraba como un signo de progreso.

Desde fines de 1870, las crónicas revisadas muestran los numerosos intentos de las autoridades locales y de los sanvicentanos, para embellecer nuestro pueblo. Muchas de ellas solo quedaron en las buenas intenciones, principalmente por la falta de recursos, ya fuera para invertir en materiales como para sostener una adecuada mantención. La principal campaña se desarrolla alrededor de 1890 cuando se denuncia que siendo la Plaza el principal paseo de San Vicente, ésta se encuentra “muy abandonada y con el pasto largo”, además que, “en la acequia que surte al pueblo de agua, una fábrica bota aserrín en ella”. Lo mismo ocurre en marzo 1905, al señalar que en la Plaza de nuestro pueblo “se ven piños de seis o más cochinos (cerdos) en el único paseo del pueblo”.

Una de las campañas más fructíferas se produjo en 1928, probablemente porque a esta fecha, San Vicente era cabecera de Departamento. La campaña de hermoseamiento del pueblo comprometió a todas las autoridades locales y a los sanvicentanos de todo orden social. Algunas de las medidas tomadas en dicha campaña fueron las siguientes:

– El 30 de junio de 1928, el Alcalde, envía una carta a los comerciantes del pueblo en la cual les pide que a la salida de sus locales comerciales, pongan postes de 1,5 metros de altura, al frente de sus negocios, pintados de color verde oscuro y con argollas apernadas, de tal manera que sirvan a los clientes para amarrar sus caballos. A su vez, los postes deben estar a 80 centímetros de la vereda. Los postes deben ser de 4×4 de forma cónica en la parte superior, pero sin punta para evitar los accidentes. Esto también lo deberán cumplir las oficinas públicas como Juzgado, Tesorería y Carabineros, así también, en el costado de la Iglesia y calle Arturo Prat.

– Respecto a la Plaza de Armas, se solicitó “a quienes puedan hacerse cargo de alguno o algunas porciones de prado, pasen a la secretaría de la municipalidad a inscribirse con su nombre y porción de prado del cual se harán cargo”. En octubre del mismo año, seis familias se inscribieron, la familia Cosio, Astraín, Robles, Haddad, Foster y Elola.

– Por estos mismos meses, se lanzó una propuesta pública para embaldosar la plaza. El pago de esta magna obra se haría por parte de la junta de vecinos en un plazo de 3 años y en 3 cuotas, siendo la primera, al término del trabajo.

– El 15 de agosto, la alcaldía decreto lo siguiente: “se da 24 horas para que se retiren todas las escaleras que hay en las calles para bajar y subir de los caballos, al igual que los palos que hay para amarrarlos”.

– En esta misma fecha, se lanza una propuesta pública para organizar efectivamente el riego de las calles en verano. Se necesita comprar un “carretón de 2 ruedas, una tina de madera, un caballo y un arnés”.

– Se trata de mejorar la salud pública de los sanvicentanos, especialmente por el alto contagio del cólera. Por esto se hace el siguiente decreto fechado el 25 de agosto de 1928 que dice: “a los habitantes de la parte urbana de la ciudad, para que en plazo de 15 días desde esta fecha, procedan a retirar los excusados de las acequias de la población, en particular aquellas que proporcionan el agua para el uso de los habitantes. Dichos excusados serán colocados en pozos de bastante profundidad y retirados de las habitaciones (casas)”.

– Comienzan a publicarse en una lista, las personas que deben pagar multa por no asear y o embanderar ante el 18 de septiembre, particularmente los de calle Riesco, Centenario, Carlos Walker, Carmen Gallegos y Arturo Prat. De igual forma, las multas de personas por “tener perros sueltos”

– Se organiza una comisión para dirigir un reclamo, “por las variadas interrupciones de la electricidad por fallas de la compañía”.

– Se Impulsó la pavimentación de calles, hermosamiento de la plaza, colocación de canales de aguas lluvias, plantación de árboles, etc.

– Se ofrece el trabajo de “jardinero de la plaza y repartidor de las agua de la población” (encargado de los canales que cruzaban el pueblo y repartían sus aguas a las casas).

– El 14 de noviembre de 1928, se lanza otra propuesta pública para el empedrado de las cunetas de algunas calles: “Germán Riesco desde la casa esquina de don Félix Escobar por el poniente hasta la esquina de Centenario por el oriente. Calles que circundan la plaza; una parte de la calle Carmen gallegos, al costado de la propiedad de don Julio C. Correa. El ancho de la línea de empedrado será de 2 metros”. Estos trabajos fueron financiados con el 50% por la municipalidad y el otro 50% por los propietarios de las casas beneficiadas.

De esta manera se impulsaron, con gran esfuerzo, LOS PRIMEROS INTENTOS PARA HERMOSEAR SAN VICENTE DE TAGUA TAGUA.

San Vicente, jueves 19 de noviembre de 2015